No es tan simple
caminar juntos bajo el mismo sol
sin quemarnos,
sin agotar las cuerdas del reloj,
sin mirar el aleteo físico de los
años,
con la coordinación justa de la
ausente competencia.
No es tan simple
alejarnos en la muerte de un beso
con el nacimiento de una caricia
donde las palabras brotan desde
un exilio
para albergar en el limbo en el
que nos sumergimos cotidianamente.
No es tan simple
ser piezas de un todo y pretender
ser comprendidos
ser de barro en la eterna ciudad
aplastante,
consumirnos en el humo de la luna
que nos conecta de un modo
ancestral con la tierra,
adorar a la chingada
que nos muestra el camino
que nos impide mirar en reverso
que nos envuelve en maíz por las
noches
para completar el armonioso
hechizo de la vida,
para fundirnos en muchos,
para volver a la semilla,
para parir un nuevo camino con el
pestañeo del sol.
Adriana Comán.
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