En esta noche sin
canto de grillos,
ni murmuro de ranas,
en el que sólo se pasean
los murciélagos,
oscura señal,
amargo pensar,
sumergidos en la
inmensa negrura
del silencio,
tuve ganas de mirarte
en la sombra
que nos rodea,
para saber si acaso te has
percatado de
esta tormenta que
nos invade a pesar de
la calma,
del mural que
representamos y
de lo colosal que
fuimos tomados de la mano,
conquistando una hebra
infinita del universo.
Te sigo contemplando
hombre silvestre, brutal y predecible,
no te alarmes
mi pestañeo no te
expulsará al vacío,
te hará comprender que
en la sabiduría de
una hembra
habita el amor y
que la pasión es
una tumba para dos.
Autora: Adriana Comán.